Ya hace 4 años que la Comisión Europea eligió mayo como el Mes Europeo de la Diversidad, una iniciativa que busca fomentar la inclusión y la diversidad en el ámbito laboral a lo largo de toda la región. Este mes representa una oportunidad significativa para que las empresas y organizaciones reflexionen sobre sus estrategias de diversidad y se comprometan con acciones concretas que promuevan un entorno laboral más inclusivo y representativo de la sociedad en su conjunto.
La diversidad en el lugar de trabajo no es simplemente una cuestión de responsabilidad social corporativa; se ha convertido en una variable clave en la estrategia de cualquier empresa que busca ser competitiva en el mercado global. La inclusión de una amplia gama de talentos y perspectivas puede impulsar la innovación, mejorar la toma de decisiones y abrir nuevos mercados. Es por tanto una tarea transversal que debe impregnar a todos los departamentos y constituir una clave que se aplique a cada acción llevada a cabo formando parte de la cultura.
En los últimos años la diversidad se ha situado como una temática de centralidad en el mundo empresarial. No en vano, un estudio de la plataforma Workday concluyó que el 84% de las empresas afirman que la diversidad es una prioridad en sus planes estratégicos. Sin embargo, a pesar de los beneficios evidentes y de los discursos, en los últimos tiempos empezamos a oír que ciertas compañías perciben un cierto agotamiento en sus debates sobre la diversidad.
Los retos de la diversidad en el escenario actual
Este fenómeno de estancamiento puede atribuirse a varios factores, incluyendo la falta de comprensión de lo que realmente implica la diversidad y cómo implementarla efectivamente en la cultura empresarial. La diversidad no debe ser vista como un mero cumplimiento de cuotas o como una respuesta a presiones externas; es un valor fundamental inherente al ser humano que debe ser integrado en el núcleo de la estrategia empresarial a través de una estrategia que ponga la inclusión en el centro.
Un aspecto crucial para superar este estancamiento es el apoyo incondicional del Comité de Dirección y del Consejo de Administración. Cuando la diversidad es respaldada por los niveles más altos de la empresa, se envía un mensaje claro de que es un factor estratégico esencial, no solo por los beneficios financieros que aporta, sino también por cómo refuerza los valores intangibles de la organización, como la reputación y la employer Brand.
Cabe recordar que la diversidad sigue siendo una tarea pendiente y aunque en los últimos años ha habido avances significativos, la evidencia da muestras de que todavía queda un largo camino por recorrer. Como nos recordaba Canal Ceo hace apenas dos meses, las mujeres Ceos son solo el 6% en nuestro país, cifra que asciende escasamente al 8% en el conjunto de la Unión Europea.
Evitar caer en discursos ideológicos
La diversidad no debe verse limitada por debates ideológicos que puedan frenar su progreso. En lugar de anclarse en polémicas que polarizan, la diversidad debe ser un puente que una a las personas, incluyendo una variedad de ideas y perspectivas. Los discursos políticos no deben contaminar los avances en materia de diversidad en las empresas; más bien, las empresas deben ser vistas como espacios de innovación social donde la diversidad es celebrada y valorada.
La inclusión: condición necesaria para que la diversidad sume
La inclusión es una política necesaria para que la diversidad sume y se traduzca en resultados tangibles. No basta con tener una fuerza laboral diversa; es imperativo crear un ambiente donde todos se sientan valorados y puedan contribuir plenamente. Esto implica ir más allá de la mera aceptación de la diversidad, se trata de promover activamente la inclusión para generar un entorno laboral donde cada individuo tiene la oportunidad de prosperar.
En conclusión, el Mes Europeo de la Diversidad es un recordatorio de que la diversidad y la inclusión son más que conceptos; son prácticas vivas que requieren compromiso, acción y liderazgo. Las empresas que abrazan la diversidad no solo están invirtiendo en su futuro financiero, sino que también están construyendo una sociedad más justa y equitativa al mismo tiempo que se erigen como agentes de cambio y se posicionan como referentes de una nueva cultura corporativa comprometida con generar impactos positivos en su entorno.
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