Este sábado, 3 de diciembre, celebramos el Día Internacional de la Discapacidad, y -aunque desde +Diversity preferimos denominar a este conjunto de diferencias como capacidades diversas- queremos hacer una reflexión sobre el propio concepto de discapacidad ya que éste nos da una pista de cómo nuestra sociedad concibe las capacidades humanas y la idea misma de individuo.
Es importante señalar que en España casi el 10% de la población tiene algún tipo de diversidad funcional y que la tasa de desempleo es de un 22,2%. Si bien es cierto que en los últimos años se han dado pasos para evitar la discriminación y que la brecha se sigue reduciendo, aumentado la tasa de empleo hasta un 1,7% desde el periodo anterior, siguen existiendo importantes desigualdades con respecto a la población que no tiene ninguna discapacidad reconocida, siendo un 6,8% mayor el desempleo en este colectivo.
La inclusión de las capacidades diversas
Con el término capacidades diversas no pretendemos invisibilizar el hecho de que existen discapacidades que dificultan el desarrollo normal de la actividad vital y que debemos considerar a la hora de llevar a cabo políticas e iniciativas tanto institucionales como en el seno de las organizaciones para garantizar la integración y la igualdad de oportunidades de personas que tienen objetivamente más dificultades o que incluso no pueden desarrollar su vida sin asistencia directa.
Sin embargo, consideramos que el término de capacidades diversas nos permite enriquecer nuestra mirada y atrevernos a pensar más allá de un código que relega a estas personas a un lugar directamente inferior. Cuando hablamos de una persona discapacitada estamos diciendo que esa persona es menos capaz, en términos generales, obviando que puede que en determinados aspectos sus capacidades sean mucho mayores y destaquen por encima de la media. Además, nos ayuda a entender que todos tenemos capacidades más y menos desarrolladas, lo que también permite eliminar las barreras jerárquicas entre las personas con y sin diversidad funcional.
En el ámbito de las organizaciones este enfoque contribuye a mejorar las relaciones laborales, generar un entorno de trabajo más saludable, evitar las discriminaciones, pero también integrar muchos más puntos de vista. Puntos de vista de personas que normalmente han tenido que superar muchos obstáculos y resolver problemas buscando soluciones distintas y puede que incluso innovadoras frente a problemas que los demás ni percibimos. Su capacidad de resiliencia, su mirada desde otros prismas, etc., amplia las visiones a la hora de tomar decisiones y buscar alternativas.
Por otro lado, si lo miramos desde el prisma de las capacidades diversas en vez de personas discapacitadas, podemos adoptar una posición mucho más enriquecedora e igualitaria que nos ayudará a no ser condescendientes, a tratar de eliminar sesgos, estereotipos y prejuicios a la hora de relacionarnos y lo que es más importante, nos permitirá asumir que es posible que ciertas capacidades de una persona con diversidad funcional estén más desarrolladas y por lo tanto podamos aprender de lo que puedan aportar experiencias basadas en esta diferencia, generando relaciones más democráticas y horizontales.
Uno de los conceptos en torno a las capacidades que nos gustaría atrevernos a problematizar es el ideal del individuo completamente autónomo, autosuficiente, capaz de cuidarse a sí mismo y completamente independiente. Es obvio que una persona que cuenta con plenas facultades físicas, sensoriales y cognitivas en nuestra sociedad puede desarrollarse con una sensación de autonomía que una persona con diversidad funcional no tiene a su alcance. Pero esto es así porque nuestra sociedad está adaptada para que se den las condiciones necesarias para que percibamos tal autonomía. Cada necesidad que surge requiere de una enorme cadena de estructuras, tecnologías y personas que han mediado para que puedan ser satisfecha.
Por ejemplo, si tienes sed, es tan fácil como abrir el grifo y saldrá agua corriente potable que podrás contener en un vaso para posteriormente bebértela, ¿No?. Sin embargo, si no fuera por una gran infraestructura y una cadena de agencias que han mediado para que esa agua llegue a ti, no podrías tenerla, dependemos de muchos elementos que son invisibles a nuestros ojos pero sin los cuales no podríamos cubrir ni las más básicas de las necesidades. En nuestra sociedad a eso le llamamos independencia. Pero sin embargo, si en este último eslabón -el hecho de abrir el grifo y llenar un vaso-, una persona con una discapacidad física tiene necesidad de asistencia, ya es dependiente. Este simple ejemplo se puede extrapolar a cada aspecto de la vida.
Desde +Diversity queremos, de una parte, visibilizar precisamente la interdependencia de la que formamos parte y que necesitamos para sobrevivir y, de otra, considerar la vulnerabilidad que nos define como individuos, que solo puede ser reducida desde el cuidado mutuo y una vida socialmente organizada. Por lo tanto, si las personas con diversidad funcional son consideradas más dependientes en nuestras sociedades es, en parte porque en algunos aspectos pueden estar más limitadas, pero también porque nuestra forma de vida no está adaptada a sus necesidades. Justamente es por esto por lo que debemos trabajar y lo que debemos reivindicar: que existan los medios y las condiciones para generar igualdad de oportunidades, de vivir una vida plena y garantizar el igual acceso a la educación, al mercado laboral, a la vivienda, a la sanidad, al ocio, etc.
Es importante que en las organizaciones se lleven a cabo estrategias conscientes y explícitas para incluir la diversidad de capacidades, mediante la formación de la plantilla, la concienciación y la visibilización con actividades que ayuden a reducir los sesgos, a normalizar el trato, a producir relaciones saludables. En +Diversity cada día trabajamos con más organizaciones que quieren extender estas prácticas e incluir en sus culturas corporativas este compromiso.
La genuina capacidad humana: la inteligencia general
Desde esta mirada, se podrá dar plenamente la que en palabras del neurocientífico Rodrigo Quian es la verdadera y genuina capacidad humana, la que nos hace completamente diferentes al resto de especies del planeta y que la Inteligencia Artificial aún no ha podido ni atisbar: la curiosidad, la capacidad de generar asociaciones y representaciones más allá del contexto, la de construir, transmitir y compartir conceptos, en definitiva, la inteligencia general.
De esta forma seguiremos enriqueciéndonos con la diferencia, ampliando nuestros puntos de vista, profundizando en la inclusión de la diversidad, mediante el reconocimiento de las desigualdades de partida y el fortalecimiento de los mecanismos para corregirlas. Porque como sociedad seremos mucho mejor si somos capaces de incluir a todas las personas y de aportar todas las herramientas para que puedan desarrollar su máximo potencial.
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