En la era de la globalización, las organizaciones empresariales se enfrentan a un hecho objetivo: los crecientes movimientos migratorios producen sociedades cada vez más multiculturales. Este fenómeno, lejos de ser un obstáculo, se presenta como una oportunidad única para construir empresas más resilientes, creativas y exitosas. Hacer de la necesidad virtud, o dicho de otra manera, aprovechar una realidad como esta para obtener múltiples beneficios y una valiosa ventaja competitiva, es posible si se lleva a cabo un proceso de inclusión de la diferencia adecuado. 

Las empresas españolas tienen el reto de ampliar la diversidad cultural de sus equipos de trabajo. España se sitúa como el tercer país europeo con menos diversidad cultural en sus corporaciones y entidades, solo detrás de Francia y Polonia. Según un informe de 2021 de la Comisión Nacional para la Racionalización de los Horarios Españoles, solo el 6% de los miembros del Consejo de Administración de las empresas españolas son de origen extranjero. Esto significa que la diversidad cultural no se refleja en los niveles de liderazgo de muchas empresas españolas. Sin embargo, 7 de cada 10 españoles activos profesionalmente consideran importante trabajar en una organización que valore la diversidad y la inclusión de su plantilla situándonos por encima de la mayoría de los países de nuestro entorno, lo que debe ser considerado como una oportunidad ya que tenemos un gran margen de mejora y las condiciones para llevarlo a cabo.

Siguiendo los estudios de antropólogos como Claude Lévi-Strauss las comunidades herméticas, en las que no se da un intercambio cultural, no avanzan ni generan innovación social. Es gracias a la interrelación que crecen, se desarrollan y evolucionan. Si extrapolamos su teoría al ecosistema de una organización podemos inferir que una cultura corporativa muy conservadora y homogénea tendrá dificultades para adaptarse e innovar, más aún en una época caracterizada por cambios acelerados e incertidumbre como la actual.

La diversidad cultural puede crear un mosaico rico en ideas aportando nuevos conocimientos y puntos de vista a la organización. De esta forma puede ser un valioso caldo de cultivo para la innovación y la resolución de problemas. Este entorno multicultural propicia un ambiente estimulante y fomenta la creatividad en el desarrollo de soluciones novedosas.

Además, una plantilla diversa contribuye a conectarse con una gama más amplia de consumidores. Si la empresa tiene empleados de diferentes orígenes culturales, es más probable que comprendan mejor las necesidades y preferencias de los clientes de diferentes culturas. Esto puede ayudar a la empresa a expandirse en nuevos mercados y aumentar su base de clientes.

Otro beneficio de la diversidad cultural es que mejora la reputación de la entidad. Si la empresa es conocida por ser inclusiva y valorar la diversidad cultural, puede atraer al talento internacional así como mejorar su posicionamiento ante sus stakeholers que valorarán positivamente estos mismos principios. Esto puede generar una ventaja competitiva ante la competencia y construir una marca más sólida y duradera.

Sin embargo, la diversidad cultural también plantea desafíos significativos para las organizaciones. Las barreras comunicativas y las diferencias culturales pueden ser fuente de conflictos. Para superar estos retos, es fundamental llevar a cabo una política activa y eficaz de inclusión. Desarrollando actividades y programas que fomenten la educación intercultural, promoviendo el respeto mutuo y generando una cultura organizacional inclusiva. No solo basta con tener una plantilla diversa, sino también asegurarse de que todas las personas se sientan valoradas, reconocidas y respetadas por igual. 

Cuando se gestionan adecuadamente, los beneficios de la diversidad cultural en el ámbito empresarial superan con creces los desafíos. Estudios demuestran que las empresas que valoran y promueven la diversidad cultural se benefician de un aumento en la innovación, la resolución de problemas y la toma de decisiones más sólidas.